Desde la antigüedad, el
hombre ha comido insectos. De hecho, se estima que en todo el mundo, unas 2,000
especies de insectos son comestibles para los seres humanos. En muchas
culturas, la alimentación con insectos es considerada normal y hasta deseable.
Por ejemplo, en México se consumen chapulines (saltamontes), gusanos de maguey
y escamoles (huevos de araña); en China, se comen saltamontes, larvas de
polilla y grillos; mientras que en Kenia, las larvas de mosquito son una
delicia.
La alimentación con insectos es una solución
viable para reducir el cambio climático. A diferencia de los animales
tradicionales, los insectos tienen una mayor eficiencia alimentaria y requieren
menos recursos para prosperar. Esto significa que producir carne de insecto es
mucho más ecológico que producir carne de vaca o de pollo.
La carne de insecto
también es muy nutritiva y tiene un buen perfil de nutrientes. Es una fuente
rica en proteínas, hierro, calcio y vitaminas B12. Todos estos nutrientes son
esenciales para mantener una buena salud.
La alimentación con insectos es una forma
sostenible y ecológicamente responsable de producir proteínas. Los insectos son
una fuente de proteína de alta calidad y son muy eficientes en la conversión de
alimentos en proteínas. Como resultado, la producción de insectos para la
alimentación puede reducir significativamente las
emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de carne.
Según la Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que más de dos mil
millones de personas en todo el mundo comen insectos de forma regular. En
Occidente, sin embargo, la idea de comer insectos sigue siendo algo asociado
con la pobreza y el hambre, y con una serie de estereotipos negativos. Sin
embargo, esto está cambiando poco a poco, y cada vez más personas están
dispuestas a experimentar con este tipo de alimentación.
Desde hace unos años, el concepto
de alimentación con insectos ha estado ganando terreno como una alternativa
viable para hacer frente al cambio climático. Aunque el consumo de insectos es
una practica común en muchas cultures alrededor del mundo, Westerners todavía
se encuentran escépticos ante la idea de comer "bichos". Sin embargo,
existen numerosas razones por las que la alimentación con insectos podría ser
la solución ideal para el cambio climático. En primer lugar, los insectos son
una fuente de proteína extremadamente eficiente.